En la Cámara de Diputados se impulsa un proyecto para proteger esta zona frente a las costas patagónicas de una riqueza de biodiversidad única, sin embargo, no ha habido mucho avances. Su rol ecológico es vital ya que se trata de un importante lugar de desove y alimentación de aves y mamíferos, entre ellos la emblemática ballena franca austral. ¿Por qué no son suficientes las áreas protegidas del Mar Argentino? ¿Cuáles son las principales actividades que amenazan el ecosistema?
Los océanos son esenciales para la vida en la Tierra. Aunque muchas veces son olvidados por la humanidad, cubren más del 70% de la superficie del planeta, producen aproximadamente el 50% del oxígeno que respiramos y sostienen una extraordinaria biodiversidad.
Además son los grandes reguladores del clima del mundo, por su capacidad de regular la temperatura y de almacenar gases de efecto invernadero. Sin embargo, su poder no es infinito. Tienen un límite de hasta dónde pueden cumplir este rol sin que sus condiciones físicas y químicas cambien, impactando negativamente sobre la salud de sus especies y ecosistemas.
Estas son varias de las razones por las cuales es necesario trabajar en la conservación de los ecosistemas marinos y en evitar la contaminación de las aguas. Si bien el plástico es una de las amenazas más urgentes, la explotación económica de los mares y la suba de la temperatura media global también amenazan al planeta azul.
El Mar Argentino no está ajeno a estos peligros, incluso se quiere aumentar la presión humana con más exploración petrolera off shore. Es por eso que hay una iniciativa, denominada Agujero Azul, que busca, al menos conservar buena parte de una riqueza marina inigualable.
El Agujero Azul es una zona de aguas internacionales que se ubica aproximadamente a 500 km al este del Golfo de San Jorge, en la Patagonia argentina. Allí, la plataforma continental argentina se extiende más allá de la Zona Económica Exclusiva (ZEE), que se expande hasta las 200 millas náuticas de la costa, lo que la hace un área relativamente de poca profundidad en el contexto de las aguas internacionales. Tiene un rol ecológico central porque brinda importantes áreas para el desove y alimentación de mamíferos marinos y aves. Es también el hogar de numerosas especies comerciales y lugar de alimentación para la emblemática ballena franca austral y otras en estado de conservación vulnerable, como el cachalote, el rorcual y los albatros.
El barco de Greenpeace Arctic Sunrise pasó por Buenos Aires y realiza desde marzo un recorrido por toda la extensión de la costa atlántica, de Ushuaia hasta Buenos Aires. (Greenpeace)
Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de Océanos de Greenpeace explicó a Infobae: “Los océanos cumplen un rol fundamental en la mitigación del cambio climático, garantizan la salud de los ecosistemas, ofrecen seguridad alimentaria y los medios de vida de millones de personas en todo el mundo. El trabajo científico en coordinación con el activismo y las políticas de protección a nivel global deben articularse para garantizar océanos sanos”.
En abril pasado, la ONG ambientalista organizó una expedición a la zona junto a dos científicos: Valeria Falabella, Directora de Conservación Costero-Marina de Wildlife Conservation Society Argentina (WCS Argentina) y Martín Brogger, científico del CONICET y especialista en especies bentónicas.
Falabella, señaló que, en la Argentina ninguno de los frentes productivos se encuentra protegido, al igual que varias áreas clave que han sido identificadas. “El 30% de las especies se encuentran amenazadas y se concentran en el sector costero bonaerense y el frente del Río de la Plata. Las áreas marinas protegidas que existen no alcanzan para proteger la heterogeneidad de ambientes y ecosistemas de nuestro mar”, dijo Falabella y recordó que nuestro país no ha logrado alcanzar las metas asumidas internacionalmente de protección del 10%. Pero además indicó que “existe evidencia de que un 10% es insuficiente”. Argentina no cuenta siquiera con un mapa de los ecosistemas del Mar Argentino.
En la Cámara de Diputados se impulsa un proyecto para proteger esta zona frente las costas patagónicas. Sin embargo, no ha habido mucho avance. ¿Por qué es tan importante? Las plataformas continentales son las zonas más productivas ya que en las profundidades menores a 200 metros la luz ingresa en las aguas favoreciendo la vida. En el gigantesco acantilado submarino que marca el fin del continente, en el llamado Frente del Talud, se encuentran dos masas de agua: la corriente de Malvinas y las aguas de la plataforma continental provocando un fenómeno conocido como surgencia. Así, masas de agua profundas frías y ricas en nutrientes ascienden a la superficie generando un verdadero “supermercado” de nutrientes en el fitoplancton y el zooplancton de lo que se alimentan, por ejemplo, mamíferos como las ballenas o los tiburones.
Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de Océanos de Greenpeace explicó a Infobae que los océanos cumplen un rol fundamental en la mitigación del cambio climático, garantizan la salud de los ecosistemas, ofrecen seguridad alimentaria y los medios de vida de millones de personas en todo el mundo (Greenpeace)
“La creación de Agujero Azul proporcionaría múltiples beneficios: proteger ecosistemas marinos que actualmente no se encuentran representados dentro de nuestros espacios marítimos protegidos, prohibir la pesca de arrastre de fondo sobre estos ecosistemas frágiles y sobre los que operan mayormente flotas extranjeras, y contribuir así a las metas de conservación”, indicaron en la Fundación Vida Silvestre Argentina.
Buena parte de la amenaza reside en la cantidad de barcos que depredan la zona ilegalmente. “No podemos seguir permitiendo que se tiren al mar cientos de miles de toneladas de alimento cada año. Hay consenso sobre cuáles son los problemas y hasta reconocemos las soluciones. Contamos con regulaciones, planes nacionales de acción, proyectos de ley de trazabilidad – que permitirían recopilar información clave de la pesca desde el barco hasta el consumidor final – para asegurar la legalidad del proceso, ensayamos medidas para mitigar el daño a las especies en peligro y tecnología nueva para mejorar la información pesquera. Necesitamos capitalizar estas iniciativas y catalizarlas trabajando en conjunto”, reforzó Fernando Miñarro, director de conservación de Vida Silvestre.
Una de las grandes amenazas que se da en el mar es la cantidad de barcos que depredan la zona ilegalmente. “ (Greenpeace)
La explotación hidrocarburífera que se planifica frente a las costas bonaerenses también es una gran amenaza para nuestra diversidad marina. “Los bloques con permiso para exploración se localizan en un área clave para la estructura ecológica y funcional del mar argentino y de la región. Esto por supuesto es una mala noticia, considerando que la prospección sísmica genera intensas explosiones acústicas bajo el agua que pueden ser registradas a miles de kilómetros de distancia, por lo que este tipo de ruido en el mar afecta las funciones biológicas esenciales de peces, tortugas, aves y mamíferos marinos. Los efectos potenciales sobre la fauna marina son diversos e incluyen desde lesiones graves hasta la muerte, además de los impactos negativos que la actividad puede generar sobre otras actividades socioeconómicas relevantes, como la pesca o el turismo basado en el avistaje de fauna marina”.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en el mundo cerca del 90% de las grandes especies marítimas de peces han disminuido y el 50% de los arrecifes de coral se encuentran en grave estado debido al cambio climático. Además, cada año se vierten 13 millones de toneladas de plásticos al mar, poniendo en peligro no solo las especies marinas sino nuestra salud.
Nuestro satélite natural brindará un espectáculo único. Además, será la fase llena más baja en el horizonte en 18 años. Cómo observarla en su plenitud.
Observar laLunapuede parecer un ejercicio rutinario, un pequeño ritual de curiosidad repetido millones de veces a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, cada tanto, nuestro satélite se muestra de una forma tan particular que despierta análisis científicos profundos, impulsa leyendas antiguas y deja a miles de personas en todo el mundo pendientes del cielo.
En ese sentido, desde anoche se desarrolla un evento astronómico destacado: la Luna llena de junio, también llamadaLuna de Fresa.
Se podrá apreciar el habitual espectáculo de la fase llena y habrá condiciones especialmente singulares en los cielos del hemisferio norte y sur. Desde la perspectiva técnica, la plenitud lunar de este mes debe su particularidad a una combinación de ritmos astronómicos precisos y a la herencia de relatos y nombres que atraviesan comunidades distintas.
En el hemisferio sur la Luna de Fresa de 2025 se elevará inusualmente alta ofreciendo una vista única para observadores y astrónomos (Europa Press)
“La Luna llena del 11 de junio será particularmente especial, ya que presentará la plenitud de su luz más cerca del horizonte, un fenómeno poco común en el hemisferio norte, mientras que en el sur se elevará inusualmente alta”, describen desde la NASA.
Detrás de lo que parece una simple coincidencia estética –una Luna que se muestra un poco más baja o más alta de lo habitual según el lugar del planeta en el que uno mire– existe una coreografía determinada por inclinaciones orbitales y efectos gravitacionales de enorme escala.
¿Por qué la Luna se verá tan baja en el horizonte?
La mecánica celeste, a menudo invisible para el ojo no entrenado, se revela en noches como la del 11 de junio, cuando la Luna llena ocupará la posición más baja en casi dos décadas, un fenómeno que se manifestará de forma contraria en el hemisferio Sur, donde el satélite se elevará inusualmente alto.
La Luna recorre su órbita alrededor de la Tierra con una inclinación de 5,15 grados influyendo en sus posiciones extremas cada 18,6 años (NASA)
La explicación comienza por el sencillo hecho de que la Luna recorre su órbita alrededor de la Tierra con una inclinación de 5,15 grados respecto a la eclíptica, es decir, en relación al plano de la órbita terrestre alrededor del Sol. Esta inclinación fue relevante durante miles de años para todo tipo de observadores porque, lejos de ser una rareza matemática, permite que la Luna alterne sus posiciones aparentes, evitando eclipses constantes y regalando movimientos notables de norte a sur de un mes al otro.
El fenómeno adquiere otra dimensión cada 18,6 años, cuando el sistema Tierra-Luna atraviesa lo que se denomina la precesión nodal. Se trata de un lento cambio en la orientación de la órbita lunar, dictado por la influencia gravitacional del Sol, que modifica la máxima declinación posible del satélite observado desde nuestro planeta.
Este ciclo genera las llamadas grandes paradas lunares, momentos en que la Luna se presenta en sus posiciones más extremas en el cielo.
La última gran parada tuvo lugar en 2006, mientras que la próxima está proyectada para 2025. Así, la Luna llena de junio de 2025 se presenta como una manifestación anticipada de este proceso, vinculando la mecánica celeste con la experiencia cotidiana del cielo nocturno.
El fenómeno de la gran parada lunar ocurre cada dieciocho años cuando la Luna alcanza sus posiciones más extremas en el firmamento
La posición baja de la Luna llena resulta más evidente para el hemisferio norte debido a la coincidencia con el solsticio de junio, cuando el Sol alcanza su máxima altura mientras la Luna llena, al encontrarse en oposición solar, permanece cerca del horizonte. El fenómeno no solo modifica la altura a la que percibimos a este satélite natural sino que también le otorga, en algunos casos, un tono rojizo evidente.
El color no surge de una transformación física, sino de la refracción que provoca la atmósfera terrestre al obligar al haz de luz lunar a atravesar una mayor porción de aire, dispersando las longitudes de onda azul y dejando que predominen los matices rojizos y anaranjados.
Luna de Fresa y el contexto cultural
Pero la Luna de Fresa no se trata sólo de posiciones aparentes y cálculos orbitales. El fenómeno cobra una dimensión mucho más próxima a la cultura al recibir ese nombre que evoca a los relatos indígenas y campesinos. El término “Luna de Fresa” nació como una forma de señalizar el inicio de la cosecha de fresas silvestres en diversas comunidades del norte de América, un momento de máxima abundancia que marcaba no solo el calendario agrícola sino también otros ciclos biológicos y sociales.
Cráteres lunares en la Cuenca de Nectaris. Imagen captada por el Orbitador de Reconocimiento Lunar. (NASA)
“Contrario a lo que muchos creen, la Luna de Fresa no adquiere un tono rojizo ni rosado. Su nombre proviene de las antiguas tribus algonquinas del norte de América, quienes la bautizaron así porque coincidía con la temporada de cosecha de fresas silvestres”, explican desde la NASA.
La difusión de este nombre en el resto del mundo comenzó en la década de 1930, cuando el Maine Farmer’s Almanac, una publicación agrícola de Estados Unidos, empezó a reunir y difundir los nombres que las comunidades indígenas asignaban a cada plenilunio. De esta manera, la tradición oral encontró un eco en los registros impresos y, más recientemente, en los portales de divulgación científica más consultados.
El simbolismo de la Luna de Fresa no es exclusivo de América del Norte. En Europa, la luna llena de junio recibe nombres como “luna de hidromiel”, asociada a la producción de esta bebida tradicional; “luna rosa”, por la presencia de ciertas flores; o “luna de flores” y “luna de plantación”, en otras regiones de Estados Unidos, referencias que ponen en primer plano la relación entre las fases lunares y el tiempo de la siembra, la floración o la recolección. Estos apelativos refuerzan la idea de que la Luna funciona desde siempre como calendario natural y fuente de orientación productiva en cada sociedad.
Las dos caras de la Luna (NASA)
“El nombre de cada luna llena refuerza la conexión poética entre el cielo y la tierra, perpetuando la memoria de los vínculos entre los astros y las actividades humanas”, sintetizan los especialistas. Así, niños, astrónomos y agricultores encuentran en el cielo nocturno las marcas de un tiempo cíclico, donde la modernidad y la tradición se entrelazan en la contemplación de una misma luna.
Las fases de la Luna en junio
Más allá de la noche del 11 de junio, la Luna hará su recorrido habitual por el calendario, atravesando el cuarto menguante el 18 de junio y llegando a la luna nueva el 25 de ese mes. Desde la perspectiva de los observadores y los aficionados a la astronomía, cada fase representa una oportunidad singular. El cuarto creciente y la luna llena favorecen la iluminación de la superficie lunar, perfectas para tomar fotografías y realizar estudios sin requerir instrumentos avanzados. El cuarto menguante y la luna nueva, en cambio, convierten al cielo en un escenario especialmente oscuro, ideal para distinguir estrellas, planetas y objetos de cielo profundo.
La Luna de Fresa de 2025 marca el inicio del verano en el hemisferio norte guiando a comunidades en cosechas y tareas tradicionales (NASA)
Como recuerdan desde la NASA, el ángulo y la apariencia de la Luna varían notablemente según el hemisferio, una advertencia útil para quienes planean sus actividades astronómicas o simplemente disfrutan del placer de contemplar el firmamento. Las recomendaciones van más allá de lo estético: muchas culturas vinculan la observación lunar con tradiciones de jardinería y agricultura, organizando siembras y cosechas de acuerdo con las fases de la Luna. Según la experiencia de los expertos, el cuarto creciente es ideal para comenzar nuevos proyectos, en consonancia con la idea de crecimiento y renovación.
En julio de 2025, la agenda de fenómenos celestes estará marcada por una nueva luna llena, la “Luna del Ciervo”. Este nombre, heredado también de las observaciones indígenas norteamericanas, alude al ciclo natural de los ciervos, que desarrollan nuevas astas durante el verano boreal. De esa manera, los nombres y relatos asociados a cada plenilunio invitan no sólo a mirar el cielo, sino a comprender cómo los movimientos de la Luna se integran en la vida cotidiana de las personas.
Se trata de una investigación internacional publicada en la revista Nature. Una científica argentina que participó, contó a Infobae cómo hay actividades humanas que generan pérdidas invisibles. Cuáles son sus recomendaciones y qué es el concepto de “diversidad oscura”
Las poblaciones del árbol del caldén se usaron en el siglo pasado para la elaboración desde adoquines hasta leña. También fueron afectadas por los incendios, las especies invasoras y la expansión de la frontera agropecuaria, entre otras razones.
Todo hizo que el caldén, un vegetal nativo de la Argentina, ya casi no esté en muchos lugares aunque la especie persista regionalmente.
Es parte de la llamada “diversidad oscura”, el conjunto de especies que podrían estar presentes en un determinado sitio pero que, por algún motivo, no lo están.
El caldén, un árbol nativo de Argentina, ha sido afectado por incendios y actividades humanas. Anibal Prina /ArgentiNat FVSA
Hoy es el Día Internacional de la Diversidad Biológica, una fecha designada por las Naciones Unidas para fomentar la conciencia y el conocimiento sobre la importancia de la biodiversidad.
Este año se resaltó el lema de que los humanos vivan en “armonía con la naturaleza y el desarrollo sostenible”, y más de doscientos científicos de diferentes países han publicado recientemente resultados que consideran “alarmantes”.
Demostraron que las perturbaciones por las actividades humanas ejercen un impacto mucho mayor de lo que se pensaba inicialmente. Incluso llegan a zonas protegidas alejadas de la fuente del impacto de las personas.
La ‘diversidad oscura’ se refiere a especies potenciales ausentes pese a condiciones favorables para estar en determinados sitios (Imagen Ilustrativa Infobae)
La contaminación, la deforestación, el sobrepastoreo y los incendios pueden afectar a las especies vegetales en sus hábitats naturales e impiden su recolonización, expresaron a través de un estudio publicado en la revista Nature.
En diálogo con Infobae, una de las autoras, Melisa Giorgis, del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), que depende del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, explicó cómo hicieron la investigación y cuáles son las implicancias de los resultados.
El sitio de Córdoba (Chaco Serrano) que formó parte del estudio internacional (Lucas Enrico)
Los investigadores pertenecen a la red de colaboración DarkDivNet y registraron las plantas presentes en alrededor de 5.500 sitios, repartidos en 119 regiones de todo el mundo. Consiguieron identificar la diversidad oscura en cada uno de ellos.
La Argentina estuvo representada en la muestra con dos sitios, localizados en las provincias de Córdoba y Santa Cruz.
La científica Melisa Giorgis durante la investigación en Córdoba (Lucas Enrico)
Además de la bióloga Giorgis, también colaboraron Lucas Enrico, del IMBIV, y Pablo Peri del Centro de Investigación y Transferencia de Santa Cruz, que depende del Conicet, la Universidad Nacional de la Patagonia Austral y la Universidad Tecnológica Nacional.
La metodología permitió estimar la diversidad vegetal potencial en cada lugar de estudio y compararla con las plantas realmente presentes.
¿Por qué la “diversidad oscura” es clave?
Investigadores del País Vasco también participaron en el estudio de 5.500 sitios en 119 regiones del mundo. (UPV/EHU)
El concepto de “diversidad oscura” se refiere a las especies vegetales que, aunque son ecológicamente adecuadas para ciertos ecosistemas, están ausentes a nivel local por factores como la fragmentación del hábitat o la actividad humana.
Los resultados del estudio global mostraron que en áreas con bajo impacto humano aproximadamente el 35% de las especies potenciales sí están presentes en un sitio determinado.
Sin embargo, en regiones con alta actividad humana, este porcentaje desciende a menos del 20%.
El Índice de Huella Humana evalúa cómo disturbios humanos afectan diversidad vegetal local (Imagen Ilustrativa Infobae)
Según los investigadores, la diversidad oscura aporta una medida crítica que se conoce como “completitud comunitaria”, que evalúa qué tan cerca está un ecosistema de albergar todas las especies potenciales que debería tener.
Esta métrica es crucial porque permite revelar impactos ocultos en la biodiversidad, incluso cuando otros indicadores estándar, como el número de especies presentes, no muestran cambios significativos.
El equipo utilizó el índice de la “huella humana”, que incluye la densidad de población, el uso de suelos agrícolas y la infraestructura y contaminación, entre otros factores.
Este índice fue aplicado en radios de hasta 400 kilómetros alrededor de cada sitio de estudio, y la correlación fue clara: a mayor huella humana, menor es la oportunidad de que especies vegetales adecuadas ocupen su hábitat natural.
Ecosistemas globales muestran pérdida de diversidad proporcional al impacto de actividades humanas. (Imagen Ilustrativa Infobae)
La idea del estudio fue de Meelis Pärtel, investigador de la Universidad de Tartu, Estonia, quien fue el primer autor.
“Habíamos introducido la teoría de la diversidad oscura y desarrollado métodos para estudiarla, pero para realizar comparaciones globales necesitábamos un muestreo consistente en muchas regiones. Parecía una misión imposible, pero muchos colegas de diferentes continentes se unieron a nosotros”, comentó Pärtel en un comunicado.
Finalmente la investigación se puso en marcha en 2018. Duró cinco años y los investigadores tuvieron que lidiar con las limitaciones impuestas por la emergencia sanitaria causada por la pandemia del coronavirus.
El empobrecimiento de la diversidad ocurre cuando la influencia de las actividades de los seres humanos, como la fragmentación de hábitats, la pérdida de conectividad, la contaminación, entre otros factores, reduce la capacidad de un sitio de albergar las especies potencialmente adecuadas.
Disturbios humanos como tala, basura y urbanización dificultan recolonización de plantas/ REUTERS/Todd Korol
La descentralización del estudio, que incluyó datos de ecosistemas en Europa, Asia, África, América y Oceanía, posibilitó detectar que el empobrecimiento es un fenómeno global y no solo un problema localizado.
Por ejemplo, regiones con alta “completitud comunitaria” incluyen hábitats semi-naturales como pastizales moderadamente manejados. Estos ecosistemas, donde prácticas humanas históricas como el pastoreo y la quema controlada han coexistido de manera equilibrada, parecen resistir mejor al impacto negativo.
Sin embargo, el panorama general deja mucho por reflexionar: incluso regiones dentro de áreas protegidas muestran pérdidas significativas de biodiversidad oculta, lo que implica que las estrategias de conservación actuales pueden estar pasando por alto este problema.
Qué aconsejaron
Restaurar ecosistemas puede implicar reconectar vegetaciones naturales y reducir contaminación y fragmentación. REUTERS/Yves Herman
En diciembre de 2022, el mundo había acordado el Marco Mundial Kumming-Montreal, (también conocido como El Plan de Biodiversidad), con 23 metas para 2030 y 4 objetivos mundiales para 2050 con el fin de detener y revertir la pérdida de la naturaleza en 25 años.
Se propuso restaurar el 30% de los ecosistemas, reducir a la mitad los desechos de alimentos e invertir al menos 200.000 millones anuales en estrategias que beneficien a la biodiversidad.
Los investigadores del estudio publicado en Nature alertaron que “proteger un 30% del territorio global, como lo propone la Convención sobre la Diversidad Biológica, “podría ser insuficiente si no se considera la preservación de especies ausentes que aún están presentes en la región”.
Cómo se podrían usar los resultados del estudio
Proteger el 30% del planeta debería incluir conservar la diversidad oscura. REUTERS/Gustavo Graf/
Uno de los mensajes más importantes del estudio es que el concepto de “diversidad oscura”. “No solo es una herramienta para evaluar el daño, sino también una oportunidad para la restauración”, consideró el doctor Enrico al ser entrevistado por Infobae.
Las poblaciones de especies ausentes en los ecosistemas locales aún podrían recolonizar sus hábitats si se implementan medidas como reconectar fragmentos de vegetación natural y reducir presiones como la contaminación y la pérdida de conectividad en los ecosistemas.
“Nuestra investigación sobre la diversidad oscura establece una base sólida para debates sobre políticas públicas ambientales y brinda una nueva manera de medir los impactos humanos que son invisibles a simple vista”, comentó.
Tal vez en esa “oscuridad” se encuentren claves para proteger el futuro de los ecosistemas.
El humo de los incendios en el Parque Nacional Nahuel Huapi, que comenzaron hace dos meses, llegó a la ciudad de Bariloche y los vecinos informaron a la Agencia Noticias Argentinas que también hay “fuerte olor”.
En medio de un clima de incertidumbre por la falta de recursos en medio de la exhaustiva labor de bomberos y brigadistas, los residentes y turistas de Bariloche se despertaron este miércoles con el humo de los incendios.
“Hay mucho humo y olor. Se deberían ver las montañas, pero hoy no existen”, expresó con dolor un vecino a la agencia NA.
Los expertos informaron que la densa masa de humo continuará durante toda la jornada por la dirección del viento del oeste.
El Comité de Emergencia comunicó que sigue activo el incendio en Los Manzanos, sobre todo en dos sectores, uno es Lago Roca – Hess y El Manso.
A su vez, quienes están en plena labor manifiestan que los focos están en zonas poca accesibles, así como tampoco tienen los para combatir las llamas.
Aunque no se esperan días con calor extremo, con temperaturas máximas de tan solo 23 grados, las lluvias aisladas recién llegarían en la tarde-noche del sábado.
Accidente de trabajadores
Una camioneta que transportaba trabajadores del Ministerio de Seguridad de Neuquén que iban a combatir el incendio en el Parque Nacional Lanín volcó y el conductor está internado en grave estado.
El siniestro sucedió en la noche del lunes cuando cuatro empleados estatales se dirigían a continuar con los trabajos para mitigar las llamas y en la Ruta Provincial 23, a unos 30 kilómetros de Junín de los Andes, volcaron en una curva peligrosa.
Por el accidente, dos de los ocupantes resultaron heridos y horas después comunicaron que el conductor fue derivado a terapia intensiva tras sufrir un trauma cerebral.
Tras las primeras pericias se determinó que el conductor, de 44 años, perdió el control del vehículo en una curva pronunciada y el rodado quedó dado vuelta.
Los trabajadores de la Secretaría de Emergencia y Gestión del Riesgo tenían como destino el sector de la Cuesta del Rahue donde hay un campamento de brigadistas donde se asiste a las tareas para combatir el incendio forestal.
A fines de enero comenzó el fuego arrasador y en pocas semanas ya consumió más de 22 mil hectáreas.
En los trabajos de combate trabajan en conjunto equipos del Parque Nacional Lanín, el Sistema Provincial y Nacional de Manejo del Fuego, y bomberos voluntarios de distintas provincias.
Como ocurre en gran parte de la Patagonia, el factor climático más grave es el viento. Para los próximos días se esperan ráfagas de entre 50 y 70 kilómetros por hora.