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Salud

Qué es un AIT, en qué se diferencia de un ACV y por qué piden llamarlo diferente

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Dos neurólogos estadounidenses impulsan un cambio de nombre para los accidentes isquémicos transitorios. Las razones.

Una tarde reciente en Bastrop, Texas, Janet Splawn estaba paseando a su perra, Petunia, una mezcla de pomerania y chihuahua. Le dijo algo a su nieto, que vive con ella y la había acompañado en el paseo. Pero él no pudo entender lo que decía; de pronto, su discurso se había vuelto incoherente.

“Era confuso, como una discurso vacío”, recordaba Splawn unos días después desde un hospital de Austin. “Pero me enojé con él por no entenderme. Fue una sensación extraña”.

La gente no se arriesga cuando los ancianos de 87 años desarrollan síntomas alarmantes. Su nieto la llevó a la sala de urgencias del hospital más cercano, que luego la trasladó a un hospital más grande para una consulta de neurología.

El diagnóstico: un ataque isquémico transitorio, o AIT.

Del alivio al peligro

Durante décadas, los pacientes se sintieron aliviados al escuchar esa frase. La aparición repentina de síntomas como la debilidad o el entumecimiento (a menudo en un lado del cuerpo), la pérdida de visión (a menudo en un ojo) y los problemas con el lenguaje (el habla, la comprensión o ambos), si se resuelven en pocos minutos, se consideran “transitorios”.

Pero en un editorial reciente de la revista JAMA, dos neurólogos piden a médicos y pacientes que abandonen el término ataque isquémico transitorio.

Es demasiado tranquilizador, argumentaron, y es demasiado probable que lleve a alguien con síntomas pasajeros a esperar hasta la mañana siguiente para llamar al médico o a dejar pasar una semana antes de pedir un turno. Eso es peligroso.

Es mejor, decían, llamar a un AIT por lo que es: un ACV (ictus o stroke). Más concretamente, un accidente cerebrovascular isquémico menor. Casi el 90% de los accidentes cerebrovasculares, que afectan a 795.000 estadounidenses al año, son isquémicos, lo que significa que son el resultado de un coágulo que reduce el flujo de sangre al cerebro.

Hasta hace poco, a los AIT “se les restaba importancia”, afirma el Dr. J. Donald Easton, neurólogo recientemente jubilado de la Universidad de California en San Francisco y autor del editorial. “La persona piensa: ‘Se acabó. Se va, así que todo está bien’. Pero no todo está bien. Se avecinan problemas, y pronto“.

La llegada de las imágenes cerebrales -primero las tomografías computarizadas a finales de los años ´70, y luego las más precisas resonancias magnéticas en los ´90- demostraron que muchos AIT, a veces denominados mini accidentes cerebrovasculares, causan daños cerebrales visibles y permanentes.

“Muy rápidamente, las células nerviosas y sus conexiones empiezan a morir”, explica Easton. Y el riesgo de que se produzca un accidente cerebrovascular posterior, posiblemente más grave, es mayor en las primeras 24 a 48 horas.

Tanto él como su coautor en el editorial, el Dr. S. Claiborne Johnston, neurólogo de la Universidad de Texas en Austin y antiguo decano de su facultad de medicina, quieren que las personas que experimentan estos episodios acudan a un servicio de urgencias inmediatamente.

“Estamos tratando de deshacernos de un término consoló a la gente en el pasado”, dijo Johnston. Porque “es probable que tu cerebro esté lesionado y no querés que se siga lesionando, tenés que acudir de inmediato”.

¿Cambio de nombre?

El Dr. Jeffrey Saver, neurólogo especialista en accidentes cerebrovasculares de la UCLA, calificó el cambio de nomenclatura propuesto de “idea intrigante, radical y potencialmente buena“. La denominación de ataque isquémico transitorio data de un informe de 1975 de los Institutos Nacionales de Salud. Así que, dijo, “esto da un giro a 50 años de clasificación de eventos de bajo flujo sanguíneo en el cerebro”.

Pero, ¿cambiarán los profesionales sanitarios su terminología? “El concepto de AIT está profundamente arraigado en el pensamiento médico”, dijo Saver. “Es el tipo de idea que ganará adeptos lentamente”.

Sin embargo, apoya el cambio porque “refleja lo que hemos aprendido en las dos últimas décadas: incluso los episodios muy breves de bajo flujo sanguíneo al cerebro provocan daños” y porque llamar a estos episodios “accidentes cerebrovasculares menores” puede hacer que los pacientes respondan más rápidamente.

“Los tratamientos del ictus isquémico dependen mucho del tiempo”, explicó. “Cada minuto cuenta para conseguir un mejor resultado”.

El abordaje del ACV

En una sala de urgencias o en un centro especializado en ACV, los pacientes se someten a una tomografía cerebral para asegurarse de que sus síntomas son consecuencia de un ictus leve y no de una afección que puede imitarlo, como una convulsión o una migraña.

Los pacientes que sufrieron un ACV leve suelen empezar a tomar dos medicamentos, normalmente aspirina y clopidogrel, que evitan la coagulación. (Algunos pueden necesitar otros medicamentos o un procedimiento quirúrgico, como la colocación de un stent).

Al cabo de tres semanas, cuando ha pasado el mayor riesgo de sufrir otro ictus, la mayoría continúa con un solo fármaco, normalmente una dosis baja de aspirina. “Es fácil, barato y bien tolerado”, afirma Johnston.

Hace veinte años, cuando Johnston dirigió un primer estudio sobre el riesgo de ictus tras un AIT, el 10,5% de los pacientes sufría otro ictus en los tres meses siguientes; la mitad de ellos se producía en los dos primeros días.

Esa tasa ha disminuido sustancialmente, gracias a la mejora de los tratamientos de los accidentes cerebrovasculares, la reducción de las tasas de tabaquismo y el uso generalizado de medicamentos para el colesterol y la presión arterial y anticoagulantes.

Estudios recientes publicados en The New England Journal of Medicine sitúan el riesgo de sufrir un ACV posterior, un síndrome coronario o la muerte tras un AIT en un 6,4% durante el primer año y otro 6,4% entre el segundo y el quinto año.

Para los neurólogos, sin embargo, esta cifra sigue siendo alta, dado lo devastador que puede ser un accidente cerebrovascular grave. Un cambio de nombre para los AIT podría dar lugar a respuestas más rápidas que reduzcan aún más la tasa de riesgo de ACV posterior.

Wanda Mercer tuvo un ACV leve a los 66 años. Foto Montinique Monroe para The New York Times.Wanda Mercer tuvo un ACV leve a los 66 años. Foto Montinique Monroe para The New York Times.

Buscar ayuda inmediata

Pueden darse circunstancias en las que las personas mayores o sus cuidadores decidan no buscar ayuda médica inmediata. En 2017, Maggie Flanagan tenía 88 años y estaba en su séptimo año con la enfermedad de Alzheimer cuando Therese Flanagan, su hija y cuidadora, de repente notó síntomas físicos extraños.

“Estaba sentada en un sillón reclinable a mi lado cuando su cabeza se inclinó un poco hacia atrás y comenzó a revolotear los párpados”, dijo Flanagan. “Un ojo estaba un poco caído. Le tomé la mano y le dije: ‘¿Estás bien? No hubo respuesta”. Luego, un par de minutos después, “volvió a estar bien”.

Antes, cuando su madre aún podía tomar este tipo de decisiones, había firmado una orden de no reanimación y una directiva anticipada en la que indicaba que “no quería que le prolongaran la vida”, dijo su hija. La familia acordó que llevarla a un hospital sólo le causaría miedo y desorientación. Ella y sus hermanos decidieron no llamar al 911.

El médico de Maggie Flanagan dijo que probablemente había sufrido un accidente isquémico transitorio (AIT); cinco meses después sufrió un derrame cerebral más grave y murió al año siguiente, en su casa de Chicago.

Pero la mayoría de la gente opta por el tratamiento. Splawn, la dueña del perro de Texas, dijo que se encontraba bien y que esperaba volver a casa con Petunia en breve.

Los pacientes tratados adecuadamente por accidentes cerebrovasculares leves seguirán teniendo un riesgo más alto de lo normal de sufrir otro accidente cerebrovascular, especialmente durante el primer año, dijo Saver. Pero “a los dos o tres años, el riesgo es sólo un poco mayor que el de la gente que nunca tuvo un AIT o un ictus leve”.

Wanda Mercer, por ejemplo, tuvo un accidente cerebrovascular leve hace cuatro años, a los 66 años. Administradora de la Universidad de Texas, había donado sangre durante su horario para comer y luego se desmayó en un restaurante de Austin. El personal llamó al 911, pero en la sala de urgencias todo parecía normal; volvió al trabajo y contó a sus compañeros su aventura de mediodía.

De repente, “no podía encontrar las palabras”, dijo Mercer. “No podía articular”. El problema duró sólo unos segundos, pero los compañeros reconocieron un posible ataque cerebral y la enviaron a urgencias, donde una resonancia magnética reveló daños en los tejidos. Desde entonces, toma una estatina, un medicamento para reducir el colesterol, y una aspirina.

“Tengo suerte”, dice. “No he tenido ningún síntoma adverso desde entonces”.

Salud

Cómo influye la cocción del huevo en su valor nutricional

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Optar por técnicas suaves y evitar aceites facilita la digestión, promueve el adecuado uso de micronutrientes y contribuye a una alimentación enfocada en el bienestar general

La capacidad del huevo para adaptarse a distintas formas de preparación lo convirtió en uno de los pilares de la alimentación mundial. No obstante, el modo en que se cocina puede modificar de manera significativa el aporte de proteínasvitaminas y minerales. Desde la seguridad alimentaria hasta el impacto en la biodisponibilidad de nutrientes esenciales, el proceso de cocción va mucho más allá del simple cambio de textura y sabor.

Cuál es la forma más saludable de comer huevo

Expertos recomiendan consumir uno oExpertos recomiendan consumir uno o dos huevos al día dentro de una dieta equilibrada para adultos sanos (Imagen Ilustrativa Infobae)

No obstante, exponer el huevo a temperaturas excesivas puede reducir la presencia de antioxidantes como la luteína y la zeaxantina, dos compuestos esenciales para la salud ocular y especialmente sensibles al calor. Por ello, los métodos como hervir los huevos o cocinarlos al vapor son los más recomendados por los especialistas.

Estas técnicas no solo preservan la mayoría de los nutrientes, sino que también disminuyen el riesgo de infecciones alimentarias, ya que eliminan la posible presencia de patógenos en el alimento. Además, evitan la incorporación de aceites o grasas adicionales, haciéndolos aptos para personas que buscan una dieta baja en grasas o controlar su consumo calórico.

El consumo regular de huevo se asocia con la mejora del perfil lipídico y el aumento del colesterol bueno (Imagen Ilustrativa Infobae)

Como recalca el estudio citado, la clara contiene el 60% de la proteína total del huevo, mientras que la yema aporta la mayoría de las vitaminas y minerales, así como la colina, fundamental para el desarrollo cerebral, especialmente en mujeres embarazadas y niños en crecimiento. Por estas razones, la elección de un método de cocción adecuado resulta determinante para aprovechar las virtudes nutricionales del huevo.

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Cómo afecta la forma de cocinar el huevo en su valor nutricional

El impacto del tipo de cocción va mucho más allá del simple contenido calórico. Freír los huevos, según un análisis en Science Direct, puede llevar a que absorban entre el 64% y el 88% del aceite o manteca utilizada, multiplicando fácilmente la cantidad de grasa presente en la ingesta final.

Aunque los ácidos grasos originales del huevo permanecen estables, la fritura expone el alimento a compuestos oxidativos y, si el aceite es reutilizado o calentado durante largos periodos, pueden generarse sustancias potencialmente nocivas para el organismo.

Freír el huevo incrementa laFreír el huevo incrementa la absorción de grasas y puede generar compuestos nocivos si se reutiliza el aceite (Imagen Ilustrativa Infobae)

Por el contrario, hervir o cocinar al vapor contribuye a conservar los micronutrientes esenciales, como proteínas, colina, vitamina D y folato, fundamentales para diversas funciones fisiológicas, desde la regulación del metabolismo hasta el mantenimiento de los huesos. Además, estos métodos evitan que se añadan calorías indeseadas y ayudan a promover la saciedad, característica ampliamente valorada en regímenes de control de peso.

Para quienes deben disminuir la ingesta de colesterol, se recomienda optar por la clara, que contiene una menor concentración de esta sustancia, mientras aporta una parte importante de las proteínas totales del huevo. Conforme destacan entidades como Mayo Clinic, es clave evitar añadir ingredientes ricos en grasas como manteca, panceta o queso, para no aumentar el perfil calórico del plato. De esta manera, es posible disfrutar de todo el potencial nutricional del huevo con un mínimo de riesgo para la salud cardiovascular.

El huevo cocido ofrece unaEl huevo cocido ofrece una digestibilidad del 90,9%, frente al 51,3% del huevo crudo, según estudios científicos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cuántos huevos se pueden comer por día

Durante años el consumo de huevo estuvo inmerso en la polémica, principalmente por su presunta relación directa con el aumento del colesterol en sangre. Sin embargo, investigaciones recientes han desmentido este mito. Según la Comisión Internacional del Huevo (IEC) y estudios de la Universidad de Castilla, el huevo, sobre todo la yema, contiene colesterol dietético, pero su impacto en el colesterol sanguíneo resulta ser mucho menor de lo que tradicionalmente se pensaba.

Además, existe evidencia científica que asocia un consumo regular de huevos con la mejora del perfil lipídico, en particular con el aumento de la lipoproteína Apolipoproteína A1, conocida como “colesterol bueno”, lo que contribuye a la protección frente a enfermedades cardiovasculares.

La clara del huevo aportaLa clara del huevo aporta el 60% de la proteína total, mientras que la yema concentra vitaminas, minerales y colina (Imagen ilustrativa Infobae)

Para la mayoría de las personas sanas, la ingestión de un huevo diario se considera segura y beneficiosa, pues aporta alrededor de seis gramos de proteína de alta calidad, todos los aminoácidos esenciales y nutrientes clave para la salud muscular y metabólica.

Asimismo, expertos de la Universidad de Castilla sostienen que consumir uno o hasta dos huevos al día dentro de una dieta equilibrada no implica riesgos significativos en adultos sin contraindicaciones médicas específicas. Se recomienda adaptar la cantidad conforme a las particularidades individuales, como el estado de salud, la actividad física y el consumo total de grasas saturadas y calorías en la dieta diaria.

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Salud

Tos convulsa en Argentina: confirmaron la muerte de siete niños y remarcaron la importancia de la vacunación

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El último Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud detalló las cifras y la situación a nivel nacional de los casos de coqueluche. Cuáles son las regiones más comprometidas

El incremento de casos de coqueluche, también conocida como tos convulsa, preocupa a las autoridades sanitarias: hay notificaciones en 20 jurisdicciones y una marcada concentración en las regiones Centro y Sur, especialmente en la Provincia de Buenos Aires y en relación con el brote de Tierra del Fuego, según datos del Ministerio de Salud.

Entre las semanas uno y 47 de 2025 -mediados de noviembre-, se reportaron 5.110 casos sospechosos, de los cuales 688 fueron confirmados, lo que representa una incidencia acumulada de 1,45 casos por cada 100.000 habitantes. Este aumento supera las cifras registradas en el mismo período desde 2020 y se sitúa por encima de los registros de 2023, año en el que la provincia de Salta notificó el mayor número de casos.

“Existen vacunas seguras y efectivas para prevenir la infección por Bordetella pertussis. Sin embargo, se registra a nivel mundial, regional y nacional un descenso progresivo de las coberturas que redunda en una acumulación de personas susceptibles a contraer la enfermedad”, repasaron en el documento.

Para el año 2025, el 69 por ciento de los casos sospechosos de coqueluche notificados en Argentina recibió confirmación de laboratorio (Imagen Ilustrativa Infobae)

“A partir de la semana 27 de 2025 -principios de julio- se registra un nuevo ascenso, inicialmente asociado al brote en Ushuaia (Tierra del Fuego) y al aumento de casos confirmados en la Región Centro, especialmente en la provincia de Buenos Aires. En las últimas semanas el crecimiento continúa en curso, con notificaciones provenientes de múltiples jurisdicciones del país, predominando en las regiones Centro y Sur (particularmente casos relacionados con el brote en Río Grande, Tierra del Fuego)“, escribieron en el Boletín.

La coqueluche, también conocida como tos convulsa o tos ferina, es una enfermedad respiratoria aguda prevenible mediante vacunación, que puede afectar a personas de todas las edades.

Sin embargo, los lactantes y niños pequeños presentan las tasas más elevadas de morbilidad y mortalidad. Los adolescentes y adultos jóvenes pueden cursar la enfermedad de manera leve o atípica, aunque también pueden presentar las manifestaciones clásicas, constituyéndose en una fuente relevante de transmisión hacia los más pequeños.

La importancia de la vacunación

La vacunación se mantiene como la principal herramienta de prevención y protección frente a la coqueluche. El Ministerio de Salud subraya la necesidad de mejorar las coberturas y reducir las desigualdades entre jurisdicciones. Provincias como Tierra del Fuego, La Pampa, Jujuy, Neuquén, Mendoza y San Juan exhiben altas tasas de vacunación, con buen inicio de esquemas y refuerzos sostenidos, lo que se traduce en una menor acumulación de personas susceptibles.

En contraste, Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Formosa, Santa Fe, Corrientes y Misiones presentan coberturas intermedias o bajas, especialmente en los refuerzos administrados a los cinco y once años, donde se observan los valores más críticos. En el caso de las embarazadas, la cobertura también varía considerablemente entre provincias, con algunas alcanzando niveles óptimos y otras manteniéndose en rangos subóptimos.

En Argentina, el esquema de vacunación contempla la administración de la vacuna con componente pertussis a los dos, cuatro, seis, quince a dieciocho meses y a los cinco años. Desde 2009, se incorporó la dosis a los once años para reducir los reservorios en adolescentes. En 2012, se recomendó la vacunación contra la tos convulsa para todas las personas gestantes a partir de la semana veinte de gestación, y en 2013 esta indicación se integró al Calendario Nacional de Vacunación.

El Boletín Epidemiológico Nacional subrayaEl Boletín Epidemiológico Nacional subraya que, aunque la introducción de la vacuna redujo la incidencia global de tos convulsa, la enfermedad persiste especialmente en no vacunados y en quienes no completaron el esquema (Imagen Ilustrativa Infobae)

El objetivo es lograr el pasaje transplacentario de anticuerpos y proteger al lactante durante los primeros meses de vida, disminuyendo así la morbi-mortalidad en este grupo. Las recomendaciones actuales establecen la aplicación de la vacuna dTpa (triple bacteriana acelular) después de la semana veinte de gestación, en cada embarazo, sin importar la edad, antecedentes de vacunación ni el tiempo transcurrido desde el embarazo anterior.

La introducción de las vacunas antipertussis ha permitido reducir la incidencia global de la enfermedad. En este contexto, la vigilancia epidemiológica resulta esencial para evaluar el impacto de la vacunación, monitorear tendencias nacionales, identificar poblaciones en riesgo y orientar estrategias de prevención y control. La coqueluche presenta un patrón cíclico, con picos epidémicos cada tres a cinco años, y su desarrollo clínico se divide en tres fases: catarral, paroxística y de convalecencia. Las formas clínicas pueden variar desde leves hasta graves, especialmente en lactantes menores de seis meses.

Según Mayo Clinic, la tos ferina es una infección de las vías respiratorias altamente contagiosa. En muchas personas, se manifiesta como una tos seca intensa seguida de un sonido agudo al inhalar, similar a un chillido. Antes de la introducción de la vacuna, la tos ferina era considerada una enfermedad propia de la infancia, pero actualmente afecta principalmente a niños que no han completado el esquema de vacunación y a adolescentes y adultos que han perdido la inmunidad.

La consulta médica oportuna esLa consulta médica oportuna es fundamental para abordar el cuadro (Imagen Ilustrativa Infobae)

Las muertes asociadas a la tos ferina son poco frecuentes, aunque ocurren con mayor frecuencia en bebés. Por este motivo Mayo Clinic enfatiza la importancia de que las mujeres embarazadas y quienes estarán en contacto directo con el bebé reciban la vacuna contra la tos ferina. Una vez que se produce el contagio, los signos y síntomas suelen aparecer entre siete y diez días después, aunque en ocasiones pueden demorar más. Inicialmente, los síntomas son leves y se asemejan a los de un resfriado común: moqueo, congestión nasal, ojos enrojecidos y llorosos, fiebre y tos.

Después de una o dos semanas, los síntomas se agravan debido a la acumulación de mucosidad espesa en las vías respiratorias, lo que provoca una tos incontrolable. Los ataques graves y prolongados de tos pueden inducir vómitos, enrojecimiento o coloración azulada del rostro, fatiga extrema y, en ocasiones, terminan con un sonido silbante y chillón al inhalar aire. No obstante, muchas personas no presentan este sonido característico, y en adolescentes o adultos, una tos seca persistente puede ser el único indicio de la enfermedad. En los bebés, la tos puede estar ausente, pero pueden experimentar dificultades respiratorias o incluso pausas temporales en la respiración.

Mayo Clinic recomienda consultar al médico si una persona o su hijo presentan ataques de tos prolongados que provoquen vómitos, cambios de coloración en la piel, dificultad para respirar, pausas notables en la respiración o inhalaciones acompañadas de un sonido chillón.

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